martes, 6 de octubre de 2015

"Consecuencias", microrrelato seleccionado


         Una gran alegría recibir R.I.P. en mi buzón, un libro publicado por Ediciones Cardeñoso y promovido por la Plataforma Cultural Raíces de Papel. En él se incluye mi microrrelato "Consecuencias", seleccionado por el jurado del VI Certamen de Microrrelatos Arvikis-Drangonfly. 
            Las ilustraciones incluidas están dedicadas a la inolvidable "Cinema Paradiso", una película que cumple su vigésimo séptimo aniversario.

           Os dejo el... ¡ojo! ¡Se trata de un nanorrelato de tan solo 9 palabras! 


     CONSECUENCIAS   (Jorge Fdez. Solana)

          Miró atrás y halló su sombra apartando la vista.

        

       

martes, 7 de julio de 2015

Pepe Dios, el vendedor de humo


Os dejo mi relato corto premiado y publicado en el libro "El cuento en Extremadura 2014", editado por el Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Badajoz.


 Descargar PDF "Pepe Dios, el vendedor de humo".


Pepe Dios, el vendedor de humo

Pepe se había ganado el apellido a pulso. De niño era un insolente sabelotodo y de mayor, se había convertido en un presumido amargado. Aunque intentó estudiar de joven, nunca había logrado aprender nada y, si bien no era tonto, creía ser mucho más inteligente de lo que en realidad era.
Todo el pueblo, consciente de sus aires de superioridad y grandeza, comenzó a apodarle Pepe Dios y él, ante las burlas, siempre contestaba de igual modo:
—Vosotros… ¡paletos!
Pero, ciertamente, para paleto e ignorante, él. Pepe no era más que un pobre hombre de mediana edad que sacaba de quicio a cualquiera. No tenía amigos y desde que se levantaba hasta que llegaba la hora de dormir, enredaba los asuntos y manipulaba argumentos de unos para enfrentarse a otros; siempre con la idea absurda de aparentar o pavonearse. Cuando le decían blanco, él aseguraba negro; cuando algo tenía un sabor agradable, él tardaba poco en afirmar que era veneno; y cuando a alguien se le consideraba buena persona, siempre empañaba la reputación de aquel con algún chisme improvisado. Nadie estaba nunca a salvo de los ataques de Pepe Dios.
Una tarde en la que fue a la ciudad para ingresar todos sus ahorros en un banco, un desconocido, con el que coincidió casualmente en una cafetería cercana, le propuso un negocio. Se trataba de comprar sartenes al precio acordado para luego venderlas a otro mayor. Supuestamente, aquellas sartenes eran de una calidad magnífica y provenían de Italia, así es que no dudó en echar cuentas del dinero que ganaría si conseguía colocarle a cada paleto de su pueblo una de ellas. Se animó, accedió y regresó, poco después, hasta su casa con un cargamento de doscientas sartenes.
Esa misma noche, sin pérdida alguna de tiempo, dio inicio a la propaganda de lo que se traía entre manos. Ensimismados con los chatos de vino y el dominó, la gente del bar le escuchaba. Allí tampoco había mucho más con lo que entretenerse…
—Un buen amigo italiano ha venido desde muy lejos exclusivamente para hablar conmigo y proponerme algunos negocios —dijo Pepe—. Entre otros valiosos proyectos, me he sumergido de lleno en la importación de sartenes florentinas, o sea, italianas, de calidad suprema y garantía de por vida. Son increíblemente útiles y baratas. Hace escasos momentos, las he dejado en mi casa ya que mañana saldré de viaje con el fin de venderlas lejos de aquí. Eso es porque nadie en este endemoniado pueblo apreciaría jamás lo que es un utensilio de cocina de categoría.
Muchos reían con sus palabras y otros, sobre todo ancianos y chismosos, sentían curiosidad.
—Pero ¿qué tipo de sartenes? —gritó uno—.
—Pues sartenes de calidad, paleto. Algo que nunca verás en tu vida —respondió él.
Su arrogancia y despotismo no iban a ayudarle demasiado en la venta y, como los prepotentes solo se retractan de su conducta cuando su ego depende de ello, se dio cuenta de que debía cambiar de actitud.
—¡Venga! ¡No seáis bobos! Es una oportunidad para los que quieran cocinar con una buena sartén —interpuso sonriendo—. Además, si antes de que mañana salga a venderlas a otros lugares, alguien quiere comprarme alguna, estoy dispuesto a hacerle un descuento que no podrá rechazar. —Y se marchó saludando a la parroquia con simpática apariencia y creando, a su entender, un ambiente de expectación.
A la mañana siguiente, temprano, se acercaron hasta su casa algunos vecinos interesándose por la sartén en cuestión. Había, entre ellos, muchas mujeres impresionadas por las palabras que Pepe Dios había lanzado el día anterior y que parecían haberse extendido como la pólvora. Pepe, con su charlatanería y patrañas, consiguió atraer a medio pueblo y encandilar al gentío vendiéndoles hasta la última de sus sartenes. Se creía el rey del mundo y parecía acariciar el comienzo de su aventura empresarial; pero poco… muy poco le duró la alegría.
Esa misma noche y a la misma hora —que no era otra que la de la cena— todos, felices, probaron sus sartenes pensando que Pepe Dios había, por fin, cambiado de talante y traído generosidad al pueblo. Sin embargo, andaban muy lejos de la verdad.
La avaricia e insolencia que a Pepe le corroían por dentro le habían hecho pagar una importante suma de dinero por unas sartenes de paupérrima calidad carentes de garantía alguna. Cuando empezaron a aporrear su puerta no encontraba sitio donde esconderse.
—¡Sal aquí, sinvergüenza! —decían unas.
—Mejor no salgas que te vamos a empalar —gritaban los maridos de otras.
—¡Serás desgraciado! ¡Devuélvenos el dinero!—exclamaban los abuelos.
El pobre sabidillo no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo y se asustó.
—Pero ¿qué queréis? ¡Ese dinero ya es mío! ¡Os he vendido unas sartenes italianas buenísimas! —dijo Pepe.
—¡Qué dices, mentiroso! ¡Sal aquí fuera y dínoslo a la cara! —gritó desde el fondo alguien entre el tumulto.
Pasados unos segundos, Pepe Dios, visiblemente atemorizado y sorprendido, salió encogido de hombros y con los ojos entreabiertos, como esperando recibir un golpe. No sabía muy bien a qué era debida aquella agitación. Nada más cruzar el umbral de su puerta sintió un escozor en los ojos que le obligó a taparse la cara con un brazo. A duras penas pudo percatarse de que el pueblo se bañaba sobre un humo denso que salía de todas y cada una de las casas que habían comprado alguna de sus sartenes.
—¡Tus malditas sartenes no pueden colocarse ni sobre el fuego, inútil! ¡Son tan malas que se derriten! ¡Entra ahora mismo en tu casa y saca nuestro dinero antes de que decidamos quemarte a ti también! —dijo el hijo del alcalde con un madero en la mano.
—Eso, eso, ¡vendedor de humo! —gritó un nonagenario asfixiándose apoyado sobre un bastón resquebrajado.
—Ja, ja, ja… —rieron todos.
—¡Vendedor de humo! ¡Vendedor de humo! —comenzó la muchedumbre a repetir.
Deshonrado y humillado, Pepe regresó a casa y sacó de debajo de la cama su bolsa llena de dinero mientras el humo de la calle se colaba en el salón. Sus vecinos iban a matarlo a palos si no les devolvía lo que les había costado el inservible utensilio; así es que tiró la bolsa por la ventana, aún a sabiendas de que aquello supondría su ruina, y cerró la puerta rápidamente.
—¡Ahí tenéis vuestro miserable dinero, animales! —vociferó él, de nuevo desde el interior de su casa—. Algún día valoraréis la calidad, ¡paletos! Mirad y sanead vuestros fuegos porque estoy seguro de que ellos son los culpables...
—Ja, ja, ja… —se oían las risotadas de los allí presentes.
—¡Y no sigue diciendo el muy burro que la culpa no es suya! —exclamó el carnicero del pueblo.
A carcajadas, repartieron el dinero y regresaron a sus humeantes casas.
Y así fue como a Pepe, desde aquel día, nadie volvió a prestarle la más mínima atención y se le bautizó, nuevamente y sin reservas, con el sobrenombre de Pepe Dios, el vendedor de humo.



miércoles, 1 de julio de 2015

El Desván del Duende y Diván du Don


   
  


    Recuerdo como si fuera ayer el momento en el que por unanimidad escogimos el nombre de El Desván del Duende. Estábamos en aquel famoso cuarto de la casa de la abuela Maruja, la de Miguel, junto a la cama en la que tantas veces yo había dormido, la que se hundía hasta doblarse en dos y casi obligaba a mis pies a chocar contra mi cabeza, allí, bajo el ruido infernal del Westinghouse, el antiguo aparato de aire acondicionado que durante años fue objeto de millones de risas y agradecimientos. Todos levantamos la mano, por fin llegamos a un acuerdo, era la opción más convincente… en realidad, no nos entusiasmaba ninguna, ni siquiera esa.

    Por aquel entonces ya funcionábamos. Y funcionábamos bien porque habíamos vendido varias miles de copias de la maqueta entre amigos, conocidos y estudiantes universitarios. Comprábamos los discos vírgenes y con un sello de caucho fabricado en una pequeña tienda del centro plasmábamos la marca primitiva, El Desván, a secas. Aún habrá mucha gente que guarde una copia… Cada día sonaba más y más el teléfono, no éramos nadie, tozudos si acaso, pero a lo tonto nos vimos recorriendo pueblos un día sí y otro también.

     De aquello ya hace mucho, más de diez años… cómo pasa el tiempo. Salimos de Extremadura y empezamos a comernos con ansia la carretera y la aburrida autovía. Seguíamos componiendo sin parar. Repartíamos las tareas. Compuse la música de Macetas de Colores una mañana cualquiera; mientras, otras, como A Volar o Nudo Marinero, ya habían pellizcado de manera especial a la gente. Todo aquello era como vivir un sueño. Se cumplía la fantasía que tantas veces habíamos deseado, vivir de la música, de nuestros conciertos, cantar y tocar en cada esquina.

     Hilamos otros dos discos. Nos lo tomamos en serio y paramos en muchas ciudades, conocimos a mucha gente. Estuvimos en los mejores festivales del país y compartimos escenario y cartel con algunos de los más grandes; a veces, cuando estirábamos el brazo sobre la cama de algún hotel y apagábamos la luz, alucinábamos con todo lo que nos estaba sucediendo.

     Y el tiempo normalizó la situación. Y en España la cultura empezó a ser más ninguneada aún que antes, y los toros seguían siendo 6 toros 6, no 5; y entre pastos de bellota y furgoneta pasaba la vida.

     Lo vimos claro. Era hora de abrir ventanas y dejar que entrara el aire fresco. Así, más convencidos que nunca, nos dimos una bofetada y despertamos. ¡Estaba aquí, desde siempre! ¡Estaba en nuestros corazones! Con más fuerza que nunca implantamos el cambio, porque era necesario y urgente. Nosotros así lo decidimos, a conciencia. Y fue increíble, porque tal y como lo pensamos, lo hicimos, sin miedos. Y ahora miro atrás y disfruto al ver que no pudimos haberlo hecho mejor.

      Es cierto. Lo que no mata, engorda.

      Y poco más puedo decir hasta el día de hoy.

    Nació Diván du Don. Sí, Diván du Don. Y aunque cueste pronunciarlo, así como cuesta pronunciar Bersuit Vergarabat ―y es uno de mis grupos favoritos―, nos plantamos delante del mundo entero, con más ilusión y convencimiento que nunca, con nuestra locura más infinita y la sonrisa más rebelde del planeta.

     Y ya vemos carretera, y ya las válvulas calientan, y quemamos nuevo disco, y la historia se repite, el vuelo despega y la música alimenta.

    Somos y seremos siempre El Desván del Duende, somos Diván du Don, somos lo que hicimos, lo que escribimos, lo que compusimos, lo que gritamos; y somos el ahora, la guitarra trotona, la de siempre, las golondrinas en las nubes, las cabras creciditas, el Pon du Don con cresta, el nuevo despertar con nuevas melodías… y todo lo que queramos ser, porque ser, lo que se dice ser, uno puede ser lo que quiera y le venga en gana.

      Un único cambio en todo este camino: Paquillo Levita.

     Se llama Diván du Don, El Desván del Duende con la voz de Paquillo Levita se llama Diván du Don. Las mismas caras de siempre, los mismos instrumentos, el mismo local de ensayo, las mismas tonterías de siempre, las mismas, pero hoy reforzadas más que nunca por el alma y la gracia natural de un motrileño que nos ha robado a todos el corazón; un poco de agua.

      Diván du Don crece cada día; es nuestra propia revolución. Diván du Don será mucho más de lo que creímos que sería. Y ahora entiendo, ¿qué más da el pasado? La resaca se lo lleva todo, sí, ¡llévatelo todo, no lo quiero! Me quedo con lo bueno.

      Diván du Don es el presente.

      La primavera, cada mañana.

      Estoy enamorado.
                                 _____




Si quieres escuchar el disco “Las Cositas Claras” de Diván du Don, pincha AQUÍ.
Si quieres conocer la página web de Diván du Don, pincha AQUÍ.

Si quieres ver y oír “Vuelo”, el vídeo del primer single de Diván du Don, pincha AQUÍ.


martes, 10 de marzo de 2015

50.000 visitas a Blogrópila


    Muchas gracias por hacerlo posible. Son ya más de 50.000 las visitas que ha registrado Blogrópila. Recuerdo cada uno de los momentos en los que he tratado de arrancarme un pedazo de mí para escribir aquí y dejarlo caer. Sin importar demasiado el modo o el estilo. Sin pensar en sus rimas o en las garantías de un texto incomparable.

    Cuando abro Blogrópila abro una parte de mi pasado y de mi presente. Ahora espero tener la oportunidad de convertirlo en parte del futuro.


 "Como la piedra amigos 
como el canto rodado
en perpetuo combate
con el agua y los años".

Claridad. J. A. Goytisolo


jueves, 12 de febrero de 2015

Próxima estación: Esperanza

     ¿Qué es la vida sin un nuevo despertar?
     Si la luz existe, entonces también la oscuridad. Pero es cierto que un mal no dura cien años, y es cierto, al igual, que deberíamos preguntarnos más a menudo si aquellas cosas malas que nos suceden son realmente malas. ¿Lo son?

     Hoy leí un texto en el que preguntaban a una escritora qué es lo que más le gustaba hacer en la vida. Me quedé un tanto bloqueado. ¿Qué es lo que más me gusta hacer en la vida? Quizás... Me gustaría saber si mi respuesta serviría para un test de personalidad o para encontrar trabajo. 

     Febrero de 2015. Ahí es nada. Creo que llevo diciendo esto varios años consecutivos, pero me arriesgaré una vez más: "Este va a ser un gran año, sin duda".

     Sí, ya sé, yo también respondería "vivir".

viernes, 3 de octubre de 2014

Prometo seguir vivo

    He vivido una experiencia inesperada, aquí, en mi casa; algo así como un Camino de Santiago o un Camino de Emaús. Fue uno de esos días en los que te despiertas sin saber hacia dónde vas y terminas encontrándote contigo mismo más que en diez años juntos.

    Solo tenemos la vida que vivimos. "El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces, ese es el trato".

    ¡Quién pudiera robarle las alas a un ángel!
   Desde que te fuiste, Mamá, no hay un solo día en el que no pueda verte en la luz de las mañanas y en cada noche en las estrellas; no hay un solo instante en el que no oiga tu voz susurrándome despacio.

    Prometo seguir vivo, de momento.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Explicación falsa de mis sueños (Felisberto Hernández)

    

     Componiendo, escribiendo, soñando... Encuentro en estas palabras la forma de explicar algo que siento últimamente...

        "[…] Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento: sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser […]"


Explicación falsa de mis sueños                                                                                         Hernández, Felisberto. (2012). La casa inundada
                                                                                    

martes, 29 de julio de 2014

No quiero guerras


Ni una palabra,
no hay solución...
No escuchan nada,
¿quién ladra hoy?
No quiero guerras.
¡No, no, no!




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viernes, 27 de junio de 2014

Rojo



Intenso, denso, cruel.
Era un rojo profundo, vivo.
Un rojo rebelde que evocaba anécdotas de infancia.
Ese rojo puro de amor, placentero; que luce sin miedo a otros colores.
Rojo de pasión, subversivo, digno de historias y amante de escalera.

Era un rojo profundo, vivo.
Como el rojo que tiñe la botella de un buen vino.
Ese rojo que colma jardines y balcones, que provoca  obsesión a cualquiera.
Rojo de furia, de emoción, de libertad, propio de batallas y aventuras.

Era un rojo profundo, vivo.
El rojo de su sangre corriendo calle abajo.


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domingo, 1 de junio de 2014

Pepe Dios, el vendedor de humo: seleccionado para "El Vuelo de la Palabra 2014"


        Uno de mis relatos cortos (Pepe Dios, el vendedor de humo) ha sido seleccionado por el jurado del proyecto para formar parte de su libro "El vuelo de la palabra, el cuento en Extremadura 2014"; editado por el Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Badajoz.

        Se trata de un relato breve que gira en torno a una personalidad... por desgracia, abundante en el mundo en el que nos movemos... mala suerte para el que se cruce con algún Pepe Dios...
       En este enlace (minuto 23:03') se citan algunos de los escogidos, entre ellos el mío. Siento satisfacción y ganas de seguir trabajando. https://www.youtube.com/watch?v=Ou11cmc94VA