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lunes, 12 de marzo de 2012

El increíble viaje de Pipo & Astutto

     Los sueños deben perseguirse, esa es la mayor deuda contraída con nosotros mismos. 

    Os dejo este viaje diferente, lleno de magia y de originalidad. No esperéis encontrar en él nada común, porque no lo hay. Es un documental no apto para histéricos estresados.
     En cierto modo, pude aportar algo en esta maravillosa historia que, quizás algún día, consiga su esperado y merecido final.
     Vamos Pipo !! Vamos Astutto !!

miércoles, 19 de octubre de 2011

Grabando Nuevo disco de El DESVÁN del DUENDE


Os dejo algunas imágenes de la grabación que estamos llevando a cabo de nuestro tercer disco.

En Diciembre, el Desván del Duende, vuelve a la carga !!
Toda la información en www.eldesvandelduende.com





miércoles, 28 de septiembre de 2011

El desván del duende: canción-proyecto para COCEMFE



       El desván del duende, con el tema di que sí,  colabora en el proyecto Extremadura canta a la diversidad
      Se editará, entonces, un CD con el apoyo de otros artistas como Bebe , Pablo Guerrero, Acetre, Luis Pastor o Nacho Campillo (ver listado completo), y es una inicitiva que parte de Cocemfe, una ONG que trabaja a favor de las personas con discapacidad.
      
      El disco, que se lanzará a finales de Octubre de este 2011, contará como single con dicha canción del Desván del duende.

Pincha AQUÍ para poder escuchar Di que sí, y, próximamente, descargarla gratuitamente.
Me enorgullece poder formar parte de este proyecto.

lunes, 21 de marzo de 2011

La inspiración de la teta

  

          Habíamos comprado unas chucherías y me apetecía jugar un poco, así es que me subí a la bici y vacilé delante de ella dando vueltas con la bolsa de golosinas agarrada entre los dientes.  Salió a correr detrás de mí con la sonrisa de quien está enamorada y se siente feliz jugando con su chico, fuimos calle arriba y al mirar atrás fue cuando me percaté de que sólo cubría su cuerpo una toalla de color amarillo pálido. Ella seguía tras la bicicleta intentando arrebatarme el tesoro de azúcar, agitando los brazos y dando pequeños saltos de vez en cuando. Fue entonces cuando la toalla se deslizó suavemente por aquel estilizado cuerpo y reposó en el asfalto, dejando al descubierto sus preciosos pechos danzando libremente al aire de la ciudad que acababa de estrenar la primavera. 
          Un coche bastante viejo atravesaba aquella calle unos metros atrás y disfrutó de la escena completa, pero cuando el desnudo se hizo patente perdió el control y se estrelló contra una farola de esas negras con cabeza de cristal opaco. Nosotros, al sentir el golpe, dejamos de jugar. Vimos salir del coche a un hombre de mediana edad, sin rasguño alguno. Ella regresó para recuperar la toalla y se cubrió de nuevo. 
          El individuo nos denunció, y con el tiempo, no sabemos muy bien cómo, descubrimos que este incidente inspiró a aquel sospechoso personaje para escribir la canción Penélope, haciéndose millonario.



La pintura corresponde a un desnudo sentado de Modigliani

jueves, 17 de marzo de 2011

El Desván del Duende en Vostell


          Estuvimos colaborando en el rodaje del increíble viaje de Pipo & Astutto a su paso por Extremadura.

          Estas imágenes, de producción propia, nos aportan un aperitivo de lo que será luego el verdadero montaje con imágenes divertidísimas y de muy alta calidad. Espero que os guste.
Rodado en los Barruecos (Malpartida de Cáceres) y en exteriores/interiores del espectacular Museo Vostell.



            



                                                                                                                              Museo Vostell
  Pipo&Astutto                                                                        

viernes, 18 de febrero de 2011

La casita de Hervás

Aquí es donde desconecto últimamente... además en compañía de mi familia. No se puede pedir más, ¿verdad?
Gracias, hermano, por hacer de tu sueño una realidad e involucrarnos.
Espero que os guste !!

viernes, 21 de enero de 2011

Robo

          Yo sólo quería hacerle un regalo a mi chica. Tampoco es tan disparatada empresa, entro, busco algo y me lo llevo con esa desvergüenza que a menudo me rodea.
Aquel centro comercial tenía varias plantas, se palpaba el ambiente de rebajas y la ropa en el suelo formaba una bonita performance contemporánea.
          No veía nada interesante. De repente, paseando por el tercer piso de aquel coloso de las compras vi una estantería rebosante de zapatos de mujer. Eran preciosos, parecían sacados de uno de esos cuentos ifantiles modernos. ¡Era el regalo perfecto!
Ahora llegaba la parte complicada: no tenía dinero y estaba dispuesto a robar un par, a llevármelos por la patilla. Di varias vueltas y  no me decidía. Pasados unos momentos, sobre un mostrador, vi un paquete. Parecía, sin duda, un par de zapatos. Estaban envueltos en papel como si alguien ya los hubiera pagado y dejado allí unos instantes.
     -¡Ésta es mi oportunidad! ¿Qué tengo que perder?- Me dije 
          Me apresuré hasta hacerme con ellos y, disimulando, me retiré poco a poco con el paquete bajo el brazo, hasta que alcancé las escaleras mecánicas de descenso. Realmente ni siquiera sabía si me gustarían, si era el número que buscaba o si, verdaderamente, estaban ya pasados por caja.
Llegué hasta el garaje. Abrí el maletero y los guardé. Por fin había pasado el peligro.
          Dejé reposar la espalda sobre la puerta de mi Fiat. A los pocos minutos, ya más calmado y cuando me disponía a abrir el paquete para destapar su contenido, vi aproximarse a un vigilante de seguridad. Se me acercó y farfulló:
-Chico, te hemos seguido con las cámaras desde que entraste. No es tuyo el paquete. Venga, devuélvelo.
          Yo respondí con total frialdad mientras sacaba del maletero el objeto del delito: 
- Bueno, ehhhh, no sé ni si me gustan los zapatos, ni siquiera los vi antes de cogerlos; pero puedo ir a por dinero y pagarlos, ¿no? Prefiero eso antes que liarme con denuncias.
          Aquel vigilante sonriendo contestó:
-¿Zapatos? Anda, dámelo y lárgate. 
          Me arrebató aquel bulto de las manos y se dio media vuelta. Yo no entendía nada de nada.

           ¿Qué diablos contenía, entonces, el paquete?



domingo, 9 de enero de 2011

Ya estás marchándote de aquí

     
      Era un cómico bastante gracioso, subido a una pequeña tarima parodiaba parte del conflicto y se dejaba llevar, convirtiendo aquello en una crítica dura pero humorística. Con una musiquilla de fondo, actuaba representando a todos los personajes de su espectáculo, al estilo Monty Python, aunque sumido en una escalofriante soledad. Yo me encontraba en representación de mi grupo. También estaban allí todos los componentes de otra banda más famosilla española, que, casualmente, no hacía mucho, habían tocado en Badajoz.
Aún sin terminar aquel controvertido espectáculo llegó un político, y al instante advertí cómo este otro grupo al completo se marchaba. Aquel político se abalanzó inmediatamente hacia mí y en tono autoritario dijo:

- Ya estás marchándote de aquí. Habéis venido desde muy lejos para actuar, no la jodas ahora. Este bufón idiota nos está dejando en ridículo y eso no lo permitiremos, si permaneces viendo su penoso show ya puedes decirle a tus compañeros que hagan las maletas.

- ¿Quién eres? -Pregunté- Este hombre es un actor, un cómico, una persona que se gana la vida haciendo reir a los demás. No tiene malicia alguna, es una obra de teatro, una parodia, ¿no lo entiende? Precisamente si no actuaran como ahora usted demuestra quizás el enfrentamiento no habría llegado hasta hoy.

      El político desapareció. Se percató de que yo me mantuve hasta el final en aquel lugar.
Busqué un aseo para liberar mi vejiga y mientras orinaba pensaba en cómo le diría al grupo que por mi culpa no tendríamos concierto. En ese instante, un sonido estremecedor me inundó; el ruido fue rápidamente insoportable, vi un destello luminoso por el ventanal y descubrí un enorme artefacto dirigiéndose directamente hacia donde yo me encontraba.
Aquel explosivo cayó a apenas unos metros. Destrozó parte del edificio e hizo que la tierra temblara.  Salí corriendo. En la calle gobernaba el caos, la sangre y el llanto de los afectados.
Israel había bombardeado nuevamente Palestina.

Yo he despertado. Por suerte, para mí, era tan sólo un extrañísimo sueño.



Foto de infanciahoy.com

lunes, 13 de diciembre de 2010

Sueño que dormido se escribe, no se olvida

                

               No quería salir de casa, simplemente, no me apetecía; sin embargo, algo dentro de mí me empujaba a la oscuridad de la calle. No perdí tiempo en vestirme y salí con los pantalones verdes del Womad que compré en Cáceres hace al menos un lustro, crucé una avenida y llegué directamente a un descampado en el que ya se apreciaba el trajín de la gente en un día tan señalado como ese. Allí mismo, un amigo con el que no me hablo desde hace años y del que he escuchado que hasta estuvo perseguido y amenazado por matones, se encargaba de una barra sirviendo, mediante jarras, cerveza o calimocho a quien con un vaso se arrimaba.
               La gente iba de un lado para otro, mientras yo seguía con mis pintas hacia el centro del bullicio. Subí unas escaleras de piedras, similares a las del foro de los balbos, hasta llegar a una terraza desde la que se gobernaba el horizonte: en la playa cada persona portaba una tea brillante y a lo lejos, sobre el agua y rodeados de oscuridad, tres fuegos decoraban un pequeño escenario.
Bromeamos con la Caballé, si se cayó del teatro de Mérida, aquí se hundirá en el fondo del mar... Llegaron mis amigos Luis y David de la Osa, alegrándose de verme, últimamente no coincidimos mucho y no se esperaban que yo hoy saliera de casa.
              
              Pasa un rato sin pena, gloria  ni espectáculo. Cuando lo creemos oportuno nos vamos, bajando las escaleras de piedra. Yo quiero volver a casa pero aún no lo he dicho porque sé, seguro, que se enfadarán conmigo. De nuevo en el descampado de abajo la gente rellena sus vasos, pierdo a Luis mientras David saca una baraja muy desgastada, tiene que acudir, supongo, a algún campeonato y lleva unos naipes de pena, ¡ por dios ! Me acuerdo entonces y saco de mi bolsillo unas cartas, sin estrenar, relucientes, que le entrego sin esperar ni un gracias a cambio, con toda la ilusión de poder servirle de algo.
              Le digo, por fin. que me voy ya a dormir, y él, sintiendo en su mano el plastiquito que envuelve su baraja nueva, no se atreve a responderme como siempre aquello de quédate un rato más, Topo; así es que me deja marchar sin decir absolutamente nada, entre la muchedumbre, como si no fuéramos a volver a vernos nunca jamás.