A mi padre
Hoy no hay luz en aquella habitación,
entre arrugas y entre modas de idiotas
no descansa el tétrico olor a rancio.
A cierta hora e inesperadamente,
se estremecen las sombras, los destinos
y las paredes frías y malvadas.
Alrededor, el silencio y el insomnio,
cómplices, son conscientes de que en horas,
sin aviso alguno, la suerte cambia.
letras que podrían haberse referido a cualquier cosa... pero te he entendido perfectamente amigo.
ResponderEliminarMagnífico tio! un abrazo!