¡Qué feliz eres, niño, sentado en el polvo,
divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota!
Sonrío al verte jugar con este trocito de madera.
Estoy ocupado haciendo cuentas,
y me paso horas y horas sumando cifras.
Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas:
«¡Qué necesidad perder la tarde con un juego como ese!»
Niño, los bastones y las tortas de barro
ya no me divierten; he olvidado tu arte.
Persigo entretenimientos costosos
y amontono oro y plata.
Tú juegas con el corazón alegre con todo cuanto encuentras.
Yo dedico mis fuerzas y mi tiempo
a la conquista de cosas que nunca podré obtener.
En mi frágil navío pretendo cruzar el mar de la ambición,
y llego a olvidar que también mi trabajo es sólo un juego.
divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota!
Sonrío al verte jugar con este trocito de madera.
Estoy ocupado haciendo cuentas,
y me paso horas y horas sumando cifras.
Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas:
«¡Qué necesidad perder la tarde con un juego como ese!»
Niño, los bastones y las tortas de barro
ya no me divierten; he olvidado tu arte.
Persigo entretenimientos costosos
y amontono oro y plata.
Tú juegas con el corazón alegre con todo cuanto encuentras.
Yo dedico mis fuerzas y mi tiempo
a la conquista de cosas que nunca podré obtener.
En mi frágil navío pretendo cruzar el mar de la ambición,
y llego a olvidar que también mi trabajo es sólo un juego.
_R. TAGORE_
No me lo puedo creer....... TAGORE también, lo flipo !!!
ResponderEliminarDoble guapo.......jajaja
FELICIDADES!! Un texto muy acorde en un día como el de hoy, para recordarnos la importancia de mantener a ese niño inocente y juguetón con el que todos nacemos pero pocos conservan.
ResponderEliminarPor cierto, eres un artista!
Un puñado de besos!!
Rosa ( Van al aire) gracias por dejarme el enlace sobre el cuadro de Magritte.
ResponderEliminarSaludos aéreos
Rosa ( van al aire)
ResponderEliminarJorge, yo juraría que habia dejado otro comentario!
Felicidades, me encanta el poema de Tagore y tu video.
Saludos desde el aire
Y pensar que parece que fue ayer cuando tenías 30... Aunque ya te he felicitado, aprovecho la ocasión para probar a enviarte un comentario con otro nombre ya que con el mío es imposible. No me llames Luismi, que ahora me llamo "Anónimo". Ni que fuera romano, jeje.
ResponderEliminarEl vídeo me parece genial. Que sigas siendo niño mucho tiempo.
Un abrazo.
Muchas felicidades!!! una vez más. Me ha encantado el cuadro que has hecho
ResponderEliminar¡¡Muchas felicidades!!
ResponderEliminarMe encanta el texto.
Un placer el poema y el vídeo, me producen bienestar y ganas de seguir conservando a la traviesa niña que todavía me queda...esperemos que por miles de años. Me gusta mucho tu blog.
ResponderEliminarMe emocione mucho (y eso que tengo solo 30) Me gustó mucho el texto que te eligió para contar lo que sientes. Me hizo acordar mucho a este fragmento del capitulo 36 de Rayuela (Julio Cortazar)
ResponderEliminarLa rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo, (Et tous nos amours, sollozó Emmanuèle boca abajo), lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la infancia (Je n'oublierai pas le temps des cérises, pataleó Emmanuèle en el suelo) se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrita y la punta de un zapato.