jueves, 13 de marzo de 2014

Malasia y su avión perdido


 Aunque parezca increíble, la vida sigue enseñándonos, cada día, que somos un diminuto ser en medio de una inmensa naturaleza. 
 La noticia no para y la bola de nieve se hace cada día más grande. ¡No encuentran el avión! ¡No saben qué fue de él! El caso es que hace días desapareció misteriosamente un avión de Malaysia Airlines con 239 personas a bordo.

 Ya he escuchado la teoría de los terroristas, la de los pasaportes robados, la de la abducción extraterrestre, la del tráfico de órganos y la de que algún sinvergüenza intentó utilizar el avión con otros fines. También hay medios que barajan la posibilidad de que el avión esté en alguna parte del mundo y los pasajeros puedan, aún, estar vivos.

 Yo creo que estos sucesos nos demuestran la fragilidad de nuestra existencia. Nos parió un entorno que jamás podremos controlar -por mucho que lo intentemos- y, por ello, seguirán sucediendo incidentes de este tipo. 

 Lo que quiero decir es que la vida, a menudo, intenta obligarnos a aceptar sus reglas del juego. Estamos expuestos a sufrir y protagonizar, en cualquier momento, alguno de estos episodios. Es la misma lotería que te hace padecer un cáncer o ser el ganador del mayor premio europeo generado en un sorteo.

 Sea de un modo u otro, ojalá un milagro ocupe todas las portadas de los periódicos de mañana informando de que el avión, por fin, apareció y sus pasajeros se encuentran sanos y salvos.

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